El problema del Indigenismo en la disciplina arqueológica

A lo largo de la historia de la Arqueología nos hemos enfrentado a diversas corrientes teóricas y metodológicas que hacen evolucionar y cambiar el norte de esta disciplina. El principal vuelco que ha tenido se refiere al estudio de lo social, ya no bastaba solo con ver lo que se veía inmediatamente a través del registro material, sino que se le dio importancia a la función de los artefactos y el que papel jugaban estos en las relaciones entre las personas que los fabricaron y utilizaron, para poder de esta forma establecer algunos aspectos acerca de sus sistemas ideologicos y rituales, sus medios economicos y de subsistencia y en general su diario vivir. Es bajo esta idea como nace el interés por el indígena, por el aborigen, por tratar de construirles una identidad, una historia, ya que generalmente se les consideraba como personas "sin historia", e integrarlos a la sociedad para ser tratados como un seres humanos normales, con las mismas aptitudes y capacidades del hombre occidental.

¿Estamos hablando de lo mismo cuando nos referimos a Indígena y Aborigen? Visto de una manera más amplia estamos hablando de lo mismo, pero según el periodo de tiempo y la corriente teórica imperante en el momento de la pregunta es como se le llama y cuales son las características que se le atribuyen. Generalmente, en una visión más contemporánea, cuando hablamos de indígena se entiende a un grupo con identidad, con uniones primarias de tierra y cultura, son personas tradicionales con duraderas conexiones de modos de vida que han sobrevivido de generacion en generacion . Mientras que el aborigen, cuyo estudio en la modernidad pasa a llamarse "aborigenismo", vendría siendo una clase de humanos cuya mente trabaja de manera distinta a la de los occidentales civilizados, se les ve como personas totalmente no civilizadas, con concepciones y percepciones muy distintas, lo cual es incomprensible a la ciencia. Desde una descripcion apresurada el aborigen es visto como un indígena salvaje, sin embargo hay que evaluar los factores que hacen esta distincion, como la época en que se vive, las condiciones naturales, las oportunidades de estudio y económicas que se les presentan a cada grupo, etc., como también la época donde el término es usado por el arqueólogo. Y es así como últimamente la antropología y la arqueología tratan de abordar este tema.
Desde la practica arqueologica, el manejo del registro material ha causado problemas en las sensibilidades de muchos grupos indigenas en cuanto estos asumen el trabajo arqueologico como una practica que no es correcta al verse pasados a llevar por parte del arqueologo quien profana las tumbas de sus antepasados y se lleva lo encontrado fuera de sus tierras. Se le critica por no respetar las religiones ni las creencias históricas de éstos pueblos, de descuidar el deseo de las comunidades de definir sus propios pasados y por tanto sus lugares únicos en el mundo contemporáneo. Robert McGhee nos dice que el pasado es un universo que está abierto a todo, y si los arqueólogos eligen no basar su interpretación en la evidencia de tradiciones orales, fe religiosa, o el uso de la imaginación de otras formas de información, ellos no deberían tener parte en negar a otros el derecho a hacerlo. Por otro lado también se les critica el rechazar sofisticados conceptos aborígenes referentes a lo cíclico o a lo que está presente eternamente, de forma permanente, y les imponen en su historia el concepto occidental de tiempo lineal, etc. Es con este argumento bajo el cual nace el concepto de Aboriginalsimo, refiriéndose al concepto de que las sociedades y culturas indígenas poseen cualidades que son fundamentalmente diferentes de las personas no-aborígenes. McGhee ve la arqueología como un grupo de técnicas desenvueltas para recuperar la información relacionada con la historia humana, y como un proyecto que es igualmente aplicable a la historia de todas las comunidades humanas.
Puede que la relación arqueólogo-registro-indígena es la mayor deficiencia de la disciplina, que claramente hay que mejorar, hay que poder lograr un trabajo en conjunto arqueólogo-indígena. Algunas soluciones suponen el desarrollo de formas de arqueología indígena que surjan radicalmente de la práctica de la arqueología como un legado de disciplina académica. Hay que rescatar también que en algunas jurisdicciones el arqueólogo tiene que consultar y contar con el permiso de las comunidades indígenas para poder llevar a cabo una investigación. También hay ideas de que el arqueólogo asuma una relación anfitrión/invitado con las comunidades, ya que éstas tienen todo el derecho a controlar las investigaciones arqueológicas en cualquier forma que ellos deseen. Esto lleva a un creciente interés y participación de los indígenas en la arqueología de los estados postcoloniales, es un desarrollo beneficioso para el crecimiento continuo del conocimiento histórico. La expansión de la soberanía indígena sobre las tierras que contienen restos arqueológicos a menudo ha mejorado la protección, preservación y el uso arqueológico de estos restos, contando con capacitaciones para poder administrar su patrimonio.
Finalmente hay que destacar que el desafío de estudios de nativos americanos es presentar perspectivas indígenas en forma rigurosa y reflexiva. El rol de los académicos “no-indios” es aprender desde esa perspectiva sin entregar la visión y rigor de sus disciplinas, por lo que la arqueología indígena debería ser considerada una rama de los estudios aborígenes tanto como una componente de la disciplina de la arqueología académica.

¿Como conocemos en Arqueología?

La arqueología puede ser considerada una práctica social que produce discursos acerca de procesos sociales del pasado y de valores sociales presentes. Los objetivos de la arqueología deben evaluar el significado histórico de los elementos que forman el registro arqueológico, para ofrecer metodologías innovadoras de análisis e intervención en el registro arqueológico y para transformar este conocimiento en una tecnología para el manejo actual del registro arqueológico (revertido en una herencia arqueológica).
En la realidad esto implica construir, reconstruir y desconstruir la memoria social a través del registro arqueológico.
El registro arqueológico como objeto es pasado y presente, y como representación tiene un significado original y ha llegado a adquirir otro significado moderno. A partir de esto se puede proponer que cualquier remanente de cultura o cualquier remanente de identidad (tanto del presente como del pasado) involucra una herencia cultural.
Esta herencia cultural será el vestigio de la memoria e incluye aquellos elementos que las estrategias cambiantes de las tecnologías de la memoria deciden evaluar como significantes hoy día, e insignificantes mañana. La herencia cultural podría ser una manera de evadir las estrategias para manipular el presente y el pasado a través de medios de herencia.
En arqueología social es necesario reconsiderar la relación entre tiempo y espacio en donde se ha visto una predominancia sobre el tiempo y un poco énfasis en el espacio. Esta reconsideración debe enfocarse en una recuperación del espacio la cual es útil en intentos de considerar el paisaje social y también los problemas históricos.
La arqueología se resuelve entre una función desconstructiva, otra que es reconstructiva y otra que es simplemente constructiva.
En relación a la función desconstructiva, la practica arqueológica establece el punto en el cual el conocimiento prehistórico es un tipo de re-cognición, a través del cual las sociedades modernas se legitimizan al crear modelos interpretativos del pasado que redoblan su contemporaneidad. Así, la arqueología es una tecnología para el criticismo que actúa para desconstruir la relación entre sociedad y el pasado, y muestra como esta es una construcción que legitimiza el presente.
En cuanto a la función reconstructiva, la práctica arqueológica descubre procesos socio-culturales de largo plazo en la prehistoria que solo pueden ser percibidos en ciclos de observación que trascienden los límites de la historia y la antigüedad y que por tanto pertenecen al ámbito de la prehistoria.
La función constructiva se caracteriza por una práctica arqueológica que propone formas positivas de acción en orden de organizar, proteger y conservar la herencia cultural para ofrecer soluciones activas para manejar el registro arqueológico en el presente, y para contribuir a transformar los elementos en su interior en recursos culturales para el presente.
La interpretación en arqueología se enfrenta al problema de establecer las condiciones de interacción entre nosotros y algo ofrecido a nosotros (el texto interpretado), y cuya construcción obedece a condiciones particulares, correspondientes a su contexto original de producción.
La interpretación siempre supone una subjetividad, es decir que generalmente lleva a una reconstrucción de la subjetividad, y a una exaltación o culminación de lo subjetivo. Sin embargo, la interpretación no solo se refiere a una subjetividad, sino que también a un contexto y a una racionalidad. Sin racionalidad no hay interpretación, y tampoco habría interpretación sin un contexto, en donde una subjetividad interactúa con otros elementos y con un proceso social.
De esta manera, podemos notar que la interpretación siempre necesita un contexto u horizonte de subjetividad o racionalidad. Este corresponde a un horizonte dual, actual e inherente al sujeto que interpreta, y previo y original al sujeto-objeto que está interpretado. Este horizonte dual le da forma al horizonte efectivo de interpretación que corresponde a las bases sobre las que la otredad interpretada llega a existir.
La interpretación ocurre cuando el conocimiento se ha obtenido de acuerdo a un particular objeto (una parte del registro arqueológico) a través de su interacción con un horizonte de subjetividad actual (del interpretador) y su calibración o comparación con el horizonte original de subjetividad del objeto considerado.
Es necesario desdoblar la interpretación arqueológica en dos momentos en el tiempo. Un primer momento en que se chequea la validez de la hipótesis interpretativa, y un segundo momento en que esta hipótesis es decodificada, traducida y se descubre su significado. Además se debe realizar un modelo de racionalidad que seria el del contexto original de lo que está interpretado, o, dada la imposibilidad en arqueología prehistórica de contactar el contexto original, un modelo que se acerque a él, y que funcione como una instancia subjetiva externa en orden de constituir la interpretación.

Las tablas de la ley: El Decálogo de la Teoría y la Práctica en Arqueologia




Para llevar a cabo un correcto trabajo profesional, en pos de resolver las problemáticas actuales, los arqueólogos debemos considerar los siguientes aspectos:




1. Al estudiar los restos arqueológicos se debe tener en cuenta que estos son productos dejados por sociedades humanas del pasado, por lo tanto se nos presenta una realidad que no conocemos, por lo que no debemos caer en apresuradas interpretaciones.

2. Para acercarnos a esta realidad desconocida se debe contar con un cuerpo teórico y un aparataje metodológico adecuado, que permita resolver las interrogantes planteadas así como también para abrir y generar nuevos espacios de discusión.

3. Los arqueólogos deben construir el conocimiento del pasado a partir de la interpretación del registro arqueológico, a traves de una mirada subjetivista.

4. La investigación arqueológica debe ser realizada sobrepasando los restringidos campos de visión de los temas habituales, para lo cual el trabajo interdisciplinario será imprescindible para ampliar los conocimientos acerca del pasado.

5. El arqueólogo como productor de conocimiento sobre el pasado, debe proveer información útil para la resolución de problemas y conflictos actuales a partir de los procesos sociales del ayer.

6. Los arqueólogos deben trabajar en conjunto con las comunidades indígenas locales para aprender sobre el conocimiento de sus sociedades y de los procesos históricos que los han ido formando.

7. Los arqueólogos deben valorar, organizar, proteger y conservar la herencia cultural entregada por el registro arqueológico, ya que esta es patrimonio no solo del país sino también de la humanidad. Para ello es necesario contar con instituciones habilitadas para realizar un buen manejo de colecciones.

8. El trabajo de la disciplina arqueológica debe ser crítico, y constantemente debe ser retroalimentado mediante la discusión con el fin de promover la investigación y el desarrollo de nuevos temas.

9. La difusión del trabajo arqueológico no debe únicamente limitarse al ambiente científico mediante la realización de congresos y la publicación de revistas especializadas, sino que además debe ser accesible al resto de la comunidad por medio de un lenguaje simple y entendible por todos a través de medios masivos de comunicación como televisión, prensa y museos.

10. La herencia cultural del pasado no debe ser utilizada con fines particulares ni políticos, ya que es un legado que le corresponde a toda la comunidad y no solamente a unos pocos.