El problema del Indigenismo en la disciplina arqueológica

A lo largo de la historia de la Arqueología nos hemos enfrentado a diversas corrientes teóricas y metodológicas que hacen evolucionar y cambiar el norte de esta disciplina. El principal vuelco que ha tenido se refiere al estudio de lo social, ya no bastaba solo con ver lo que se veía inmediatamente a través del registro material, sino que se le dio importancia a la función de los artefactos y el que papel jugaban estos en las relaciones entre las personas que los fabricaron y utilizaron, para poder de esta forma establecer algunos aspectos acerca de sus sistemas ideologicos y rituales, sus medios economicos y de subsistencia y en general su diario vivir. Es bajo esta idea como nace el interés por el indígena, por el aborigen, por tratar de construirles una identidad, una historia, ya que generalmente se les consideraba como personas "sin historia", e integrarlos a la sociedad para ser tratados como un seres humanos normales, con las mismas aptitudes y capacidades del hombre occidental.

¿Estamos hablando de lo mismo cuando nos referimos a Indígena y Aborigen? Visto de una manera más amplia estamos hablando de lo mismo, pero según el periodo de tiempo y la corriente teórica imperante en el momento de la pregunta es como se le llama y cuales son las características que se le atribuyen. Generalmente, en una visión más contemporánea, cuando hablamos de indígena se entiende a un grupo con identidad, con uniones primarias de tierra y cultura, son personas tradicionales con duraderas conexiones de modos de vida que han sobrevivido de generacion en generacion . Mientras que el aborigen, cuyo estudio en la modernidad pasa a llamarse "aborigenismo", vendría siendo una clase de humanos cuya mente trabaja de manera distinta a la de los occidentales civilizados, se les ve como personas totalmente no civilizadas, con concepciones y percepciones muy distintas, lo cual es incomprensible a la ciencia. Desde una descripcion apresurada el aborigen es visto como un indígena salvaje, sin embargo hay que evaluar los factores que hacen esta distincion, como la época en que se vive, las condiciones naturales, las oportunidades de estudio y económicas que se les presentan a cada grupo, etc., como también la época donde el término es usado por el arqueólogo. Y es así como últimamente la antropología y la arqueología tratan de abordar este tema.
Desde la practica arqueologica, el manejo del registro material ha causado problemas en las sensibilidades de muchos grupos indigenas en cuanto estos asumen el trabajo arqueologico como una practica que no es correcta al verse pasados a llevar por parte del arqueologo quien profana las tumbas de sus antepasados y se lleva lo encontrado fuera de sus tierras. Se le critica por no respetar las religiones ni las creencias históricas de éstos pueblos, de descuidar el deseo de las comunidades de definir sus propios pasados y por tanto sus lugares únicos en el mundo contemporáneo. Robert McGhee nos dice que el pasado es un universo que está abierto a todo, y si los arqueólogos eligen no basar su interpretación en la evidencia de tradiciones orales, fe religiosa, o el uso de la imaginación de otras formas de información, ellos no deberían tener parte en negar a otros el derecho a hacerlo. Por otro lado también se les critica el rechazar sofisticados conceptos aborígenes referentes a lo cíclico o a lo que está presente eternamente, de forma permanente, y les imponen en su historia el concepto occidental de tiempo lineal, etc. Es con este argumento bajo el cual nace el concepto de Aboriginalsimo, refiriéndose al concepto de que las sociedades y culturas indígenas poseen cualidades que son fundamentalmente diferentes de las personas no-aborígenes. McGhee ve la arqueología como un grupo de técnicas desenvueltas para recuperar la información relacionada con la historia humana, y como un proyecto que es igualmente aplicable a la historia de todas las comunidades humanas.
Puede que la relación arqueólogo-registro-indígena es la mayor deficiencia de la disciplina, que claramente hay que mejorar, hay que poder lograr un trabajo en conjunto arqueólogo-indígena. Algunas soluciones suponen el desarrollo de formas de arqueología indígena que surjan radicalmente de la práctica de la arqueología como un legado de disciplina académica. Hay que rescatar también que en algunas jurisdicciones el arqueólogo tiene que consultar y contar con el permiso de las comunidades indígenas para poder llevar a cabo una investigación. También hay ideas de que el arqueólogo asuma una relación anfitrión/invitado con las comunidades, ya que éstas tienen todo el derecho a controlar las investigaciones arqueológicas en cualquier forma que ellos deseen. Esto lleva a un creciente interés y participación de los indígenas en la arqueología de los estados postcoloniales, es un desarrollo beneficioso para el crecimiento continuo del conocimiento histórico. La expansión de la soberanía indígena sobre las tierras que contienen restos arqueológicos a menudo ha mejorado la protección, preservación y el uso arqueológico de estos restos, contando con capacitaciones para poder administrar su patrimonio.
Finalmente hay que destacar que el desafío de estudios de nativos americanos es presentar perspectivas indígenas en forma rigurosa y reflexiva. El rol de los académicos “no-indios” es aprender desde esa perspectiva sin entregar la visión y rigor de sus disciplinas, por lo que la arqueología indígena debería ser considerada una rama de los estudios aborígenes tanto como una componente de la disciplina de la arqueología académica.

¿Como conocemos en Arqueología?

La arqueología puede ser considerada una práctica social que produce discursos acerca de procesos sociales del pasado y de valores sociales presentes. Los objetivos de la arqueología deben evaluar el significado histórico de los elementos que forman el registro arqueológico, para ofrecer metodologías innovadoras de análisis e intervención en el registro arqueológico y para transformar este conocimiento en una tecnología para el manejo actual del registro arqueológico (revertido en una herencia arqueológica).
En la realidad esto implica construir, reconstruir y desconstruir la memoria social a través del registro arqueológico.
El registro arqueológico como objeto es pasado y presente, y como representación tiene un significado original y ha llegado a adquirir otro significado moderno. A partir de esto se puede proponer que cualquier remanente de cultura o cualquier remanente de identidad (tanto del presente como del pasado) involucra una herencia cultural.
Esta herencia cultural será el vestigio de la memoria e incluye aquellos elementos que las estrategias cambiantes de las tecnologías de la memoria deciden evaluar como significantes hoy día, e insignificantes mañana. La herencia cultural podría ser una manera de evadir las estrategias para manipular el presente y el pasado a través de medios de herencia.
En arqueología social es necesario reconsiderar la relación entre tiempo y espacio en donde se ha visto una predominancia sobre el tiempo y un poco énfasis en el espacio. Esta reconsideración debe enfocarse en una recuperación del espacio la cual es útil en intentos de considerar el paisaje social y también los problemas históricos.
La arqueología se resuelve entre una función desconstructiva, otra que es reconstructiva y otra que es simplemente constructiva.
En relación a la función desconstructiva, la practica arqueológica establece el punto en el cual el conocimiento prehistórico es un tipo de re-cognición, a través del cual las sociedades modernas se legitimizan al crear modelos interpretativos del pasado que redoblan su contemporaneidad. Así, la arqueología es una tecnología para el criticismo que actúa para desconstruir la relación entre sociedad y el pasado, y muestra como esta es una construcción que legitimiza el presente.
En cuanto a la función reconstructiva, la práctica arqueológica descubre procesos socio-culturales de largo plazo en la prehistoria que solo pueden ser percibidos en ciclos de observación que trascienden los límites de la historia y la antigüedad y que por tanto pertenecen al ámbito de la prehistoria.
La función constructiva se caracteriza por una práctica arqueológica que propone formas positivas de acción en orden de organizar, proteger y conservar la herencia cultural para ofrecer soluciones activas para manejar el registro arqueológico en el presente, y para contribuir a transformar los elementos en su interior en recursos culturales para el presente.
La interpretación en arqueología se enfrenta al problema de establecer las condiciones de interacción entre nosotros y algo ofrecido a nosotros (el texto interpretado), y cuya construcción obedece a condiciones particulares, correspondientes a su contexto original de producción.
La interpretación siempre supone una subjetividad, es decir que generalmente lleva a una reconstrucción de la subjetividad, y a una exaltación o culminación de lo subjetivo. Sin embargo, la interpretación no solo se refiere a una subjetividad, sino que también a un contexto y a una racionalidad. Sin racionalidad no hay interpretación, y tampoco habría interpretación sin un contexto, en donde una subjetividad interactúa con otros elementos y con un proceso social.
De esta manera, podemos notar que la interpretación siempre necesita un contexto u horizonte de subjetividad o racionalidad. Este corresponde a un horizonte dual, actual e inherente al sujeto que interpreta, y previo y original al sujeto-objeto que está interpretado. Este horizonte dual le da forma al horizonte efectivo de interpretación que corresponde a las bases sobre las que la otredad interpretada llega a existir.
La interpretación ocurre cuando el conocimiento se ha obtenido de acuerdo a un particular objeto (una parte del registro arqueológico) a través de su interacción con un horizonte de subjetividad actual (del interpretador) y su calibración o comparación con el horizonte original de subjetividad del objeto considerado.
Es necesario desdoblar la interpretación arqueológica en dos momentos en el tiempo. Un primer momento en que se chequea la validez de la hipótesis interpretativa, y un segundo momento en que esta hipótesis es decodificada, traducida y se descubre su significado. Además se debe realizar un modelo de racionalidad que seria el del contexto original de lo que está interpretado, o, dada la imposibilidad en arqueología prehistórica de contactar el contexto original, un modelo que se acerque a él, y que funcione como una instancia subjetiva externa en orden de constituir la interpretación.

Las tablas de la ley: El Decálogo de la Teoría y la Práctica en Arqueologia




Para llevar a cabo un correcto trabajo profesional, en pos de resolver las problemáticas actuales, los arqueólogos debemos considerar los siguientes aspectos:




1. Al estudiar los restos arqueológicos se debe tener en cuenta que estos son productos dejados por sociedades humanas del pasado, por lo tanto se nos presenta una realidad que no conocemos, por lo que no debemos caer en apresuradas interpretaciones.

2. Para acercarnos a esta realidad desconocida se debe contar con un cuerpo teórico y un aparataje metodológico adecuado, que permita resolver las interrogantes planteadas así como también para abrir y generar nuevos espacios de discusión.

3. Los arqueólogos deben construir el conocimiento del pasado a partir de la interpretación del registro arqueológico, a traves de una mirada subjetivista.

4. La investigación arqueológica debe ser realizada sobrepasando los restringidos campos de visión de los temas habituales, para lo cual el trabajo interdisciplinario será imprescindible para ampliar los conocimientos acerca del pasado.

5. El arqueólogo como productor de conocimiento sobre el pasado, debe proveer información útil para la resolución de problemas y conflictos actuales a partir de los procesos sociales del ayer.

6. Los arqueólogos deben trabajar en conjunto con las comunidades indígenas locales para aprender sobre el conocimiento de sus sociedades y de los procesos históricos que los han ido formando.

7. Los arqueólogos deben valorar, organizar, proteger y conservar la herencia cultural entregada por el registro arqueológico, ya que esta es patrimonio no solo del país sino también de la humanidad. Para ello es necesario contar con instituciones habilitadas para realizar un buen manejo de colecciones.

8. El trabajo de la disciplina arqueológica debe ser crítico, y constantemente debe ser retroalimentado mediante la discusión con el fin de promover la investigación y el desarrollo de nuevos temas.

9. La difusión del trabajo arqueológico no debe únicamente limitarse al ambiente científico mediante la realización de congresos y la publicación de revistas especializadas, sino que además debe ser accesible al resto de la comunidad por medio de un lenguaje simple y entendible por todos a través de medios masivos de comunicación como televisión, prensa y museos.

10. La herencia cultural del pasado no debe ser utilizada con fines particulares ni políticos, ya que es un legado que le corresponde a toda la comunidad y no solamente a unos pocos.

¿Que es la Arqueología?

Formando parte de la Antropología, la Arqueología es una Ciencia Social que estudia a los grupos humanos del pasado a través del registro de sus restos materiales sean estos intencionales (arquitectura, arte, artefactos) o no (basurales).
A través del tiempo, este concepto ha sido tomado y trabajado metodológicamente de diversas maneras por la investigación arqueológica, según sea el enfoque teórico con el cual se le este mirando; de esta forma cada marco teórico abordara de manera particular la cultura material de una sociedad, desde su obtención y registro hasta su interpretación.

Breve Historia sobre los orígenes de la Arqueología, desde la Antigüedad hasta el Siglo XIX

El interés por el conocimiento del pasado se remonta a épocas muy antiguas de nuestra historia, sin embargo es a partir de la edad moderna, donde se impone la razón por sobre lo sobrenatural, que surgen las primeras ideas generales sobre el origen y los desarrollos humanos en base a datos arqueológicos.
Durante la Época Clásica, las grandes civilizaciones (Romana, Griega, Egipcia, China), adjudicaban un gran valor a los artefactos del pasado, en cuanto estos constituían un vínculo tangible acerca de las etapas más cercanas a los tiempos de la creación, permitiendo aproximarse al prototipo sagrado de civilización (se pensaba que los dioses o los héroes habían establecido un tipo perfecto de civilización). Posteriormente durante la Edad Media, la información sobre los tiempos pasados se creía que estaba contenida principalmente en la Biblia, bajo la premisa de que la humanidad había sido creada por Dios en el jardín del Edén. Esto llevo a interpretar la historia del mundo como una sucesión de eventos únicos, con un significado cósmico predeterminado por Dios. Por lo mismo, el interés por los restos materiales del pasado solo fue limitado a la colección y conservación de reliquias sagradas, lo cual no ayudo en absoluto al desarrollo de un estudio sistemático de los restos materiales del pasado.
Tras los cambios sociales y económicos que dan origen a la modernidad durante el siglo XIV, y a partir de la revitalización cultural que se produce en Europa tras la difusión de las ideas del humanismo surge el Renacimiento durante el siglo XV. Durante el Renacimiento se desarrolla un gran aprecio por la antigüedad clásica, abarcando no solo la literatura, sino también las artes, la arquitectura y los objetos materiales de aquel pasado, como fuentes de información. Por lo mismo, se comienza a patrocinar la búsqueda y la recuperación de tales objetos. Surge con ello el trabajo del anticuarismo, cuya función se centra en la obtención del conocimiento histórico a partir de los registros escritos, las tradiciones orales y la descripción de los objetos del pasado, sin utilizar para ello ninguna metodología. Además aparece la arqueología clásica, aunque con un objetivo exclusivamente enfocado en la inspiración artística. Por su parte la Ilustración surge a partir de las revoluciones científicas y tecnológicas de los siglos XVI y XVII (protagonizadas por Galileo y Newton), abarcando desde el Racionalismo y el Empirismo del siglo XVII hasta la Revolución Industria del siglo XVIII, la Revolucióm Francesa y el Liberalismo. La filosofía ilustrada del siglo XVIII formulo una visión evolucionista de la historia humana que promueve el estudio del curso general del desarrollo humano desde los primeros tiempos. Esto estimulo un conocimiento global de los tiempos prehistóricos y propicio un renovado interés por los enfoques materialistas y evolucionistas del desarrollo cultural (se propone la idea de 3 edades sucesivas para el desarrollo humano: piedra, bronce y hierro).Las investigaciones sistemáticas sobre el antiguo Egipto empezaron con las primeras observaciones hechas por los estudiosos franceses que acompañaron a Napoleón cuando invadió Egipto entre 1798 y 1799. Los egiptólogos empezaron a registrar los templos, las tumbas y las inscripciones monumentales asociadas; logrando esbozar una cronología y una historia esquemática del antiguo Egipto.El surgimiento de un anticuarismo científico permitió el desarrollo de una observación y descripción de los artefactos y monumentos antiguos, más precisa y promovió el uso de metodologías de datación relativa. Durante el siglo XIX el planteamiento evolucionista toma mayor fuerza tras la publicación del "Origen de las especies" por Charles Darwin en 1859. Por su parte el uso de una cronología relativa a partir de los datos arqueológicos utilizando la seriación y la estratigrafía, permirtio relacionar el progreso social y moral como paralelo al progreso tecnológico. En 1860 resurge la historia teórica cuando los etnólogos comienzan a comparar sociedades modernas en distintos niveles de desarrollo para averiguar los estadios a través de los cuales habían pasado las sociedades europeas. En cuanto a la arqueología estadounidense esta pasa por una fase anticuarista entre 1750 y 1860, que se caracteriza por una tendencia especulativa, la cual llega a su fin en la década de 1860 cuando la arqueología se hace más sistemática y profesional.

La importancia de la Teoría en la Arqueología

Un aspecto fundamental para la realización de cualquier investigación arqueológica es la Teoría. El tipo de Prehistoria que se genera tiene que ver totalmente con el enfoque teórico que le demos al estudio. Esta teoría se puede ver reflejada a través de un marco teórico. Pero, ¿qué es un marco teórico?
El marco teórico nos da un sistema coherente de conceptos, proposiciones y postulados que nos permiten abordar el problema de investigación, y nos ofrece una conceptualización adecuada de los términos que usaremos. Éste está formado tanto por nuestros conocimientos previos del tema que usado en la investigación, así como también de lo que se encuentre en la revisión bibliográfica (libros, publicaciones, etc.). El fin de todo esto es poder contextualizar nuestra investigación, situarla dentro de un conjunto de conocimientos, y es así como podemos llegar a orientar el estudio y saber bien el camino que se tomará para llegar a nuestro objetivo, para poder así darle sentido a la investigación. En otras palabras, podríamos decir que el marco teórico toma lo que sirve de toda la información teórica disponible, para responder, y el resto lo oculta. Esto porque no se pueden abordar todas las problemáticas presentes en un tema.
Hay que tener en cuenta que no existe un marco teórico totalmente empírico, aunque los datos y la conducta que cada investigador toma frente a la investigación alimentan la teoría, no la hacen empírica. Es por esto que no existe una arqueología empírica, ya que todo se trabaja en base a ideas preconcebidas, en otras palabras, si no se sabe qué preguntarle al sitio, tampoco se sabe qué respuestas va a entregar.
Con esto podemos ver que todo se construye y, así mismo, varía en base a la formulación teórica. Se podría decir que la teoría corresponde entonces a un conjunto de ideas abstractas, las cuales van guiando nuestra investigación. Estas ideas varían dependiendo la corriente teórica arqueológica a la que pertenezca o se sienta más identificado el arqueólogo. Es decir, la ideas histórico culturales no son las mismas que las positivistas, funcionalistas, procesuales, posprocesuales, modernas, posmodernas, etc. Esto debido a que son distintas las maneras de ver una investigación, es distinto ver el terreno, se le da mayor importancia a distintas cosas. Es por eso mismo que cada marco teórico entiende a su manera los términos de cultura, cultura material, registro arqueológico y contexto.
Pero podemos encontrar una similitud en todas éstas, la cual vendría siendo que siempre se está contrastando una teoría en toda investigación arqueológica, independiente del lineamiento teórico que ésta tenga.
No podemos dejar de lado el papel que juega la ciencia en todo esto. Ciencia que aparece por el principio de razonamiento, y que se encuentra muy ligado al pensamiento teológico. Y es esta ciencia, que en conjunto con la teoría nos permiten generar conocimiento en arqueología. Hay que dejar claro que sólo hay arqueología cuando hay ciencia.
Todo esto va estrechamente ligado a los contextos sociales, ya que si éstos cambian, la arqueología también, porque cambia la manera de entender la ciencia. Y para poder entenderlo aún mejor, si cambian los pensamientos, cambian las conductas, por lo que se hace una investigación distinta. Por lo tanto, podríamos decir, a modo general, que lo que hace la ciencia es definir una manera de entender el mundo.
La base de la ciencia se encuentra bajo tres conceptos, la gnoseología (teoría del conocimiento), la ontología (teoría de la realidad) y la lógica (teoría del método). Y en estas teorías nos basamos al momento de hacer arqueología.
La Gnoseología, en una visión general nos habla de la relación entre la realidad y el conocimiento de la realidad (Ej: sabemos cómo es el sitio). La Ontología da cuenta de cómo es la realidad. Y la Lógica, de los procedimientos que usamos para conocer la realidad.
Como ya se dijo, cada marco teórico lleva una teoría diferente, por lo que cada marco teórico tiene una teoría de la realidad diferente, una lógica diferente y un conocimiento diferente. Pero no siempre están presente estas tres teorías, pero sí nos encontramos influenciadas por todas al momento de hacer arqueología, ya que tenemos incorporado el concepto de ciencia.
Con este breve análisis se puede ver la importancia de la teoría en la arqueología, sin teoría no hay arqueología. De ésta depende la investigación, el enfoque que se le dará, globalmente, ésta define los lineamientos generales de tal estudio. La teoría se hace presente en el marco teórico de la investigación, así como en nuestra mente.

Caleidoscopio Teórico: Los Múltiples Enfoques en Arqueología

Si bien es durante el siglo XIX donde se desarrollan los inicios metodológicos de la arqueología como disciplina, caracterizándose por su relación con la geología y las ciencias naturales; es durante el siglo XX que esta logra consolidarse con un aparataje teórico y metodológico.
A continuación veremos las principales escuelas arqueológicas que han aparecido durante el transcurso de este siglo, sus principales fundamentos y sus máximos exponentes.
La Escuela Histórico-Cultural (1900-1955), se basa en el difusionismo y en el normativismo. Afirman que la cultura se origina en unos pocos centros y desde allí se difunde a otros por contacto, migración o invasión. Entre sus exponentes destacan G. Kossina, V. G. Childe y F. Bordes.
La Escuela Funcionalista (1950-1970), nace como una reacción contraria al difusionismo planteado por la Escuela Histórico-Cultural. Indica que las estructuras sociales cambian sin romper la continuidad cultural. Además establece que las culturas son conjuntos de partes funcionalmente interrelacionadas. Entre sus exponentes se encuentran V. G. Childe, R. J. Braiwood y R. MacNeish.
La Escuela Marxista (1950 - 1970), se basa en el Materialismo Histórico y se enfoca principalmente en el estudio de las relaciones de producción. Entre sus exponentes encontramos a W. J. Raudonikas, V. G. Childe y J. Friedman.
La Nueva Arqueología (1960-actualidad), nace como una reacción contraria al historicismo y al difusionismo. Destaca por un énfasis en el cientificismo. Indica que el cambio cultural se produce por el desequilibrio entre demografía y medio ambiente. Realiza una sustitución de la descripción por la explicación y pasa de los análisis cualitativos a los análisis cuantitativos. Además le da una preferencia a las explicaciones ecológicas y demográficas. Entre sus exponentes destacan L. Binford, C. Renfrew y A. Watson.
La Escuela Estructuralista (1950-actualidad), establece que los componentes esenciales de la cultura son los símbolos y los códigos. Indica además que la ideología se refleja en la cultura material. Entre sus exponentes encontramos a Arnold, McGhee y Odre.
La Escuela Neomarxista o Marxista Estructural (1965-actualidad), realiza una sistematización de la arqueología marxista. Su enfoque se relaciona y está influenciado por el estructuralismo. Además presta una mayor atención a los aspectos ideológicos y minimiza el factor económico. Entre sus exponentes destacan Millar y Pearson.
La Arqueología Social Latinoamericana (1970-actualidad), se caracteriza por intentar aplicar en sus investigaciones una teoría y una metodología basadas en el Materialismo dialéctico e histórico desarrollado por el Marxismo. Una de las preocupaciones fundamentales de esta corriente fue la de buscar una conexión entre el ámbito propiamente arqueológico; es decir, el de la investigación científica del pasado y la producción de conocimiento, y el de la acción política. Entre sus exponentes destacan L. Lumbreras, M. Sanoja y L. Bate
La Escuela Postprocesual (1980-actualidad), nace como una reacción contraria al procesualismo de la Nueva Arqueología. Se caracteriza por rechazar la idea de cultura como una adaptación al medio. Además presta una mayor atención al mundo de las ideas y valora el contexto arqueológico. Entres sus exponentes encontramos a Tilley y Odre.
La Escuela Procesual-Cognitiva (1985-actualidad), intenta conciliar las posturas de la escuela procesual, marxista y estructuralista. Establece que el conflicto interno desempeña un papel importante. Indica además que las teorías deben ser contrastadas con los hechos. También presta atención al estudio de los símbolos y las estructuras. Entre sus exponentes destacan Marcus y Conrad.
Sin embargo, ante tanta descripción, aparece la duda:
¿Cómo se mira a través de la Teoría?
La teoría puede transformarse en los ojos del investigador, el cual vera en el registro material aquello que considere relevante para su trabajo, aunque muchas veces deje de lado ciertos indicadores de relevancia que “no calzan” con su modelo interpretativo, produciendo con ello un sesgo en la información que entrega. Una mala utilización de la teoría puede cegar al investigador.
Ante este problema, el arqueólogo debe trabajar en conjunto con la teoría y no en función de ella, lo cual ira en directa relación con la utilización de metodologías objetivas, según sea el proyecto de estudio. La mirada crítica del investigador será fundamental al momento de leer los datos obtenidos a través del registro y será la teoría la que nos brindara las herramientas necesarias para ello.
Las Escuelas Arqueológicas que revisamos anteriormente, debemos entenderlas según la época histórica en que se desarrollaron y según las tecnologías que disponían para la elaboración de su trabajo. Actualmente se disponen de variadas herramientas metodológicas y tecnológicas, y se ha incorporado el trabajo conjunto de otras disciplinas como la Bioantropología, la Geología y la Paleobotánica, entre otras; logrando enfoques integrados acerca de un problema. La teoría hoy no se vislumbra como algo rígido, sino como algo moldeable a cada trabajo arqueológico y a cada investigador dentro de ciertos fundamentos y parámetros.